Se jugó una nueva versión del clásico más grande del Fútbol Argentino, un nuevo River-Boca o Boca-River. El conjunto de Núñez hacia de local y si bien se encontraba en los últimos puestos de la tabla de posiciones (pese a haber salido campeón del torneo pasado y haber mantenido tanto al técnico como a la gran mayoría de los jugadores) había aprovechado muy bien las dos semanas sin competición que hubo por las dos jornadas de las Eliminatorias que se jugaron. Además, en la vereda opuesta los dirigidos por Carlos Ischia no pasaban por un buen momento desde lo personal ya que en la semana previa al clásico hubo muchos comentarios y conflictos internos entre los propios jugadores. El defensor Paraguayo, Julio César Cáceres, disparo munición gruesa en contra de Juan Román Riquelme en declaraciones a una radio Paraguaya comentando que el “10” de la Selección Argentina es un jugador “complicado” y que muchas veces es él el que decide que jugadores salen a la cancha y quienes no, y no el propio entrenador. La respuesta de Riquelme no se hizo esperar y entre otras tantas declaraciones comentó que el no tiene muchos amigos en el medio, inclusive que solamente tiene a 2 (por Hugo Ibarra y Marcelo Delgado) y que el resto son solamente compañeros de trabajo.
Pero previo a este conflicto hubo otro acontecimiento de gran relevancia para el mundo Boca, puesto que una disputa interna entre el arquero (hasta ese entonces titular indiscutido) Mauricio Caranta y el propio entrenador, Carlos Ischia, hizo que el técnico decidiese marginar al guardametas (que en algún momento tuvo posibilidades de jugar en la Selección Argentina) y en su lugar ingresase el juvenil pero rendidor Javier García. Finalmente se dijo que Caranta le pidió al entrenador no jugar una fecha pasada por cuestiones personales y el técnico no presento problemas por ello, pero en declaraciones a la prensa el propio arquero que usa la camiseta número “12” salió a decir que “cuando no le toca jugar no se hace problema” aludiendo que el técnico lo sacó del plantel por cuestiones técnicas cuando en realidad se debió a un problema personal del mismo jugador. Esto hizo que el entrenador decidiera marginar al arquero del plantel titular y hasta del banco de los suplentes, y todavía no se sabe si volverá a tener una oportunidad como titular o suplente en el arco de Boca Juniors mientras el entrenador siga siendo el mismo.
Para colmo, en relación al problema de Riquelme, muchos de los jugadores decidieron “saltar” en defensa del defensor que actúa para la Selección Paraguaya y en contra del enganche boquense. Para darle un punto final al problema los dirigentes decidieron no sancionar de ninguna manera a Julio César Cáceres pero también apoyaron públicamente a Juan Román Riquelme aludiendo que es el símbolo absoluto del equipo.
La única buena noticia que tuvo en todo este conflicto interno el plantel de Boca Juniors, y en especial, su entrenador, fue la llegada de Luciano Figueroa, proveniente del Fútbol Europeo, que viene a reforzar el ataque de Boca Juniors y en especial, el área, ya que Martín Palermo se lesionó las primeras fechas de este Torneo Apertura y hasta principios del año próximo no podrá volver a las canchas.